viernes, julio 12, 2019

Tres es mi tope

Buenas a todos, aquí estamos otra vez, para relataros un nueva quedada con mi sumisa, Elayne.

Esta vez, la visita fue de tres días seguidos  (no me cansaré de agradecérselo), que además coincidía en fechas con mi cumpleaños.
Apartamento
Las posibilidades son muchas.
El apartamento esta vez era otro, y menuda mejoría, muy estimulante, nada más entrar vi que tenían una barra para colgarse de esas de ejercicio tan de moda últimamente a la que mi mente aplicó otras utilidades más afines al tema que nos concierne. Pero es que una inspección en más profundidad nos hizo descubrir unas argollas en el techo que me volaron la mente. No creo que sirvieran para hacer suspensiones, pero para otros fines menores iban de perlas.

Fue lo primero que quise probar, sobre todo porque justo antes de la primera sesión, habíamos quedado con compañeros del sótano, y mi perra aprovechó para hacerme regalos de cumple. Unas varas de diferentes tipos con las que íbamos a pasar muy buenos ratos. La até del techo con la argolla y fui probando las diferentes varas, la primera era una vara muy flexible y recubierta de cuero, la peculiaridad que noté enseguida fue que tenía mucha masa, es decir, notabas la fuerza del impacto. La otra vara, era de ratán, un material muy ligero y extremadamente flexible, lo que permitía golpes más rápidos y a mayor velocidad, con efecto látigo. Ambas varas estupendas, la primera, vimos al día siguiente, dejaba unos verdugones importantes, la segunda las típicas lineas rojas. Me gustaron mucho, aunque por facilidad de uso, prefiero quizás la segunda. Ella curiosamente sigue odiando la flecha, que por supuesto sigo usando, así que entiendo que es su favorita, jejeje...
Muchas gracias perra!
La de cuero, la de ratán, y la flecha. ¿cuál es la tuya?
Como nota aclarar que para los azotes le até las muñecas por separado tirando de las argollas en el techo. Y aunque mola porque queda bien expuesta, tiene demasiada libertad de movimiento, pues se aparta con relativa facilidad. Hay que atarle los tobillos y las piernas para que no escape...

Ese primer día entre otras cosas probé también a poner un poco de aceite de cayena que estaba guardando para una ocasión como esta, y creo que fue bien la cosa, no le dejé que se lavara hasta que consiguiera hacer que me corriese, y debo decir que se afanó bastante.

Al día siguiente, probé una vez más la silla. Me encantan las sillas, una sumisa bien atada a una queda totalmente inmóvil. Usé bien de metros de cuerda, algunas bridas, le até tobillos, piernas, brazos manos, incluso la enganche del cuello, con mucho cuidado de no cortar riego sanguíneo ni flujo de aire. Quedé bastante satisfecho, pero habrá más, no te preocupes perra, muchos más metros.
Aprovechado la coyuntura, y que no había manera de que escapara, opté por hacer unos pocos juegos de asfixia, muy controlados, no preocuparse. Probé con mi cinta de látex para hacer ejercicio, y con una bolsa de plástico, todo muy estimulante y productivo. Lo único que quizás me genera algo de alarma, es que me estoy aficionando demasiado a estas prácticas... Obviamente, aparte de todas estas prácticas, estuvimos con lo habitual, pinzas, pellizcos, azotes, manotazos, mordazas, máscaras, vamos lo de siempre, y que nunca me canso de hacer, aunque no lo cuente, se da por supuesto. Además con todos esos regalos nuevos, el espectro de posibilidades aumenta. Me ensañe con sus tetas como de costumbre, pero es que son mi debilidad. Ya sabéis, pinzas, y succionadores en pezones, mordiscos y pellizcos, atarlas bien redondas. Si me conoces, ya lo sabes.

El tercer día, fue día de experimentos, una vez más.
El más destacable, fue un ¡¡waterboarding!!, niños y americanos, no hagáis esto en vuestras cárceles. Si no sabéis lo que es, aquí podéis saber en que consiste. Me informé bastante sobre el tema, y finalmente lo abordé de la siguiente manera. Tumbé a mi perra en la cama, pero al revés, con los pies donde la cabeza y la cabeza donde los pies. Boca arriba, y con la cabeza fuera del colchón, no mucho, lo justo para que se inclinase un poco hacia atrás. Atada, por supuesto, las muñecas a los muslos, las piernas amarradas juntas desde los muslos hasta los tobillos. Luego por respeto al suelo, coloqué un cubo justo debajo. Le puse en la mano un manojo de llaves, para que lo agarrase bien, y a modo de señal. Si las suelta, le quito el trapo. Y así con un vaso con agua, y un trapo, fui poco a poco, poniéndole el trapo, echándole agua encima y disfrutando con las reacciones. Que son muchas y variadas. La sensación de poder es total. Cuando le echaba el agua, con la otra mano apretaba bien el trapo para que se le pegase bien en la cara. Debo decir que se mantuvo serena y aguantando el tipo casi todo el rato con bastante dignidad, dada la situación. No me queda duda, debo ser más cabrón...

Ese día también hice un intento de strappado, pero mi perra tiene una importante falta de elasticidad (alguna pega tenía que tener), así que desistí pronto de esta postura y seguimos con otras cosas.
Casi se me olvida, otro nuevo descubrimiento para los pobres, las gomas de repuesto para las ollas express. Se pueden encontrar en casi cualquier chino de barrio o ferretería. No es un látigo, pero cumple el efecto ese de envolver el cuerpo y arrear de manera inesperada. Aporta cierto grado de dificultad, pues no es sencillo de usar, pero da su juego, no dejéis de probarlo.

Y así llegamos al tercer día, ya no podía más, estaba física y mentalmente exhausto. Fueron días intensos, y claramente tres es mi tope. No se me ocurre mejor manera de celebrar mi cumple.

martes, mayo 07, 2019

Dos seguidas

Una vez más quedamos en Madrid, solo que esta vez serían dos días seguidos. Dos sesiones. Esto me dio que pensar, normalmente después de una sesión acabo exhausto física y mentalmente, me quedo tan satisfecho que no necesito BDSM durante un tiempo. Luego es cierto que la bestia vuelve. Por eso tener dos sesiones seguidas, con sólo un día entre ellas, me causaba incertidumbre y/o curiosidad.

Momificaciones!!
El primer día fue bien, muy bien, voy cogiendo confianza, con ella y conmigo mismo. Hicimos momificaciones, jugamos un poco con la asfixia, me ensañe con sus tetas, y usé cuerdas, muchas. 
Incluso, hicimos un breve cambio de roles, del que hablaré en otro momento.
La sensación fue buena, como siempre.

El segundo día, iba con las ideas más claras, hubo cosas que me quedé con ganas de probar el primer día y aproveché la cercanía en el tiempo para hacerlo. Fue una sesión más rodada, más fluida.

Pero bueno, entremos en más detalle que a fin de cuentas es lo que habéis venido a leer. No expondré todas y cada una de las cosas que hicimos, pues han pasado muchas semanas. Solo los detalles que destacaron por encima de otros en mi percepción.
Empecemos por los succionadores, volví a emplearlos, como la otra vez, me resultaron unas herramientas tremendamente sencillas y estimulantes, solo que esta vez venían con un pequeño extra, venían unidas a unos electrodos para añadir descargas eléctricas. Empecé poco a poco, y ella parecía disfrutarlo, hasta que por desconocimiento del aparato, sin querer (en serio) le di una descarga de intensidad muy alta. El brinco que pegó, junto con un grito y un "no, no, no" que salieron de sus labios, me dieron un buen susto. Eso si, llamadme maligno, pero una vez pasado todo, me han entrado ganas de volver a probar, y juguetear con ese nivel, solo hay que atarla más fuerte, y amordazarla bien.

Además de la descarga, el succionador hizo su trabajo, incluso en un momento dado, una pequeña gota blanquecina asomaba en uno de sus sufridos pezones, cosa que me excitó sobremanera, a la vez que una vez más me sirvió a modo de señal que era momento de bajar la intensidad. Si, lo soy, soy un poco asustadizo, pero ¡¡es que quiero que me dure el juguete!!
La verdad es que es una chica muy dura, poco la he visto reaccionar a mis castigos, aparte de por su humedad en la entrepierna. Por eso creo que ese respingo inesperado, me tomó por sorpresa.

Nunca subestimes una buena silla.
También pude practicar algo que parecería sencillo, pero que realmente por unas cosas u otras nunca hice como es debido, que es usar una silla para atar firmemente a la sumisa. Si, la estructura de una silla suele ser ideal para fijar estrictamente a una persona en ella. Cuanto más robusta sea la silla, mejor todo. Aproveché la situación para hacer cumplir algún castigo pendiente de las últimas instrucciones. y la verdad es que su efectividad fue manifiesta, pude azotar a placer y sin molestos movimientos las tetas de mi sufrida perra, pellizcar, morder, aplicar vibrador, y más cosas que no llego a recordar ya. Así que ya sabéis, pon una silla en tu vida, será una vida más feliz.

Otra cosa digna de recordar fue la asfixia, un par de días antes de quedar, compré el típico gorro de natación de esos impermeables, no se si de goma, o látex, pero vamos, os hacéis una idea. Pues con eso empecé a jugar con maldad, colocándoselo en la cara, alternando azotes, contando en voz alta (niños, no hagáis esto en casa). Es un principio, un principio muy leve, porque realmente no llegue a notar ese momento de desesperación por falta de aire que busco.

Como he dicho es dura, una de las cosas que más me ponen es observar las reacciones de dolor, ver a la sumisa retorcerse, intentar inútilmente apartarse de la fuente del dolor, oír sus gritos apagados tras la mordaza y la máscara. Ese es mi secreto, no es infligir dolor en si, es observar la reacción que éste produce. 

También probamos de manera más intensa la momificación, unida a privación sensorial. Con el típico rollo de papel film transparente de cocina, que parece poca cosa, pero bien usado inmoviliza bastante bien. La enrollé desde los hombros hasta los muslos, aprovechando para colocar el vibrador justo entre las piernas bien fijo. También usé el film alrededor de la cabeza, primero el transparente, y luego cinta negra para darle firmeza y apariencia, dejando, lógicamente, la nariz libre, para respirar o pinzarla a placer. En resumen, quedó un paquete muy resultón.

Y por último, antes de terminar, una mención especial, a un regalo que nos hizo nuestra bienamada Arwen (¿cómo que no sabes quién es?), que tiene unas manitas que ya las quisiera yo. No se muy bien como nombrarlo, ¿unas presas para las tetas? dos maderas que por medio de un par de roscas van poco a poco cerrando y apretando, cada vuelta, un poco más y más, y más... Un ingenio diabolicamente ingenioso. Además viene con una argolla a la que puedes enganchar una cadena y tirar o colocar pesos, o maldades similares...

Bueno, siento haber tardado tanto en escribir, y siento no ser más explícito, pero soy un hombre ocupado. De todas formas, mi sumisa, mucho más disciplinada que yo, tiene su propio diario para que sepáis de sus avances de primera mano.

Nos leemos, un salido!

jueves, enero 17, 2019

Más amigas

Tengo grandes noticias, hay una nueva amiga con derechos, yupi!!.

Llevábamos ya varias semanas hablando y con la dinámica de realizar instrucciones a distancia. Yo maquino diferentes instrucciones mas o menos humillantes, que ella encantada realiza. 
Nunca deja de maravillarme como una sumisa y un amo encajan como piezas de un puzzle de perversión. 
Bueno, el caso es que todas esas instrucciones fueron generando poco a poco una inevitable necesidad, la necesidad de hacerlo realidad, de que haya carne con carne. 
Ese momento llegó. ¡Vino a visitarme!. Me sentía un poco abrumado por el hecho de que ella hubiese hecho un viaje hasta mi ciudad, para verme a mi, así que me propuse que todo fuese lo mejor posible. 
Desde su llegada, hasta que empezamos manos a la obra en el apartamento, pasó hora y pico. Durante ese tiempo hablamos de todo un poco, nos pusimos al día, y sobre todo fuimos cogiendo confianza. Cuando nos quedamos sin palabras por fin decidimos empezar con lo que nos había llevado allí. 
Ese momento, es de los más difíciles para mi, cuando tengo que pasar de ser un señor amable a un señor un poco cabroncete. Es una especie de salto al vacío, supongo que lo mismo que debe sentir un paracaidista antes de salir del avión, o un músico antes de salir a tocar ante miles de personas, una especie de fuera tabúes, empieza lo serio.

Durante la sesión o sesiones (puesto que estuvimos todo el día), hice un poco de todo, lo clásico y no tan clásico. Hubo una pausa para comer con gente del grupo que ella quería conocer en persona, así que no todo fue sufrimiento y dolor.  
Haré un resumen de las cosas que probé o me llamaron la atención por uno u otro motivo.

Nada mas empezar una cosa me sorprendió. Las sumisas con las que he estado, normalmente se avergüenzan de sus cuerpos ¿?¿? y lo de quitarse la ropa les de mucho reparo, al principio. Ella no, enseguida se quitó toda su ropa, salvo las bragas, y se arrodilló en el suelo con las manos sobre sus rodillas con las palmas mirando al techo. Muy bien, una perra sin complejos y obediente. 

Gomas elásticas...
Sus tetas eran estupendas manejables, magreables, maleables, le hice toda clase de perrerías y apenas un suspiro de protesta. Pude atarlas bien, dejándolas bien bonitas. Me apunto apretar un poco más para la próxima vez, quiero verlas coger un poco de color. 
He vuelto a usar gomas elásticas a modo de castigo para los pechos, y mano de santo, dejan marca casi al instante, con apenas esfuerzo. Estuve haciendo dibujos en sus tetas con las gomas, y maravilloso. También probé en otras partes, y magnífico, sin duda se posicionan como una de mis herramientas favoritas para hacer saltar a la sumisa, tendré que explorar diferentes tipos de gomas, grosores, materiales, longitudes y cosas así.

Otra cosa distinta que conseguí hace poco son unos succionadores de pezones. Un artilugio muy curioso consistente en, un cilindro de plástico con un una manivela a rosca que conforme giras va succionando más y más la zona. 
Un par de estos, de aliexpress
Se la coloqué en los pezones (pobrecitos, lo que sufrieron ese día), y me gustó esa especie de ritual de ir dando vueltas a la manivela de manera metódica, poco a poco, observando como el pezón se va hinchando dentro del cilindro. Al desconocer la herramienta, iba con miedo, pues desconocía la potencia de succión exacta, así que lo hice con cuidado, despacio y observando bien las reacciones del pezón y de la perra. 
Me llamó la atención que a la hora de quitarlos, el vacío generado era muy potente, y costaba más de lo que me imaginé. 

Hubo cuerdas, por supuesto, tema que voy dominando cada vez mejor, empiezo a necesitar más y de otros tamaños, mis cuerdas buenas son muy largas y a veces sobra por todas partes. Y cuando quiero usar un trozo pequeño, al final tiro de cordones o viejas cuerdas que rompen la estética. 
Hice el típico arnés en el pecho, hice mi amado amarre de tetas, dejándolas como dos preciosas esferas, y me atreví con un hogtie, que llevaba un tiempo queriendo hacer, sobre todo para dejar las plantas de los pies expuestas a mi vara... 

Por supuesto hubo algo de humillación, un tema que ésta perra en concreto temía al no haberlo puesto en práctica con anterioridad. Reconozco que es la parte que más me cuesta manejar, me avergüenza, o me cuesta infinito superar la barrera de pedir u ordenar cosas humillantes. 
Así que recuerde le ordené que con el collar puesto, no podía hablar, solo ladrar, cosa que no cumplió del todo. Le metí un plug con colita, para que la meneara cuando algo le gustara. Bebió agua en un plato en el suelo. Y en un momento dado, le ordené que me desatara las botas tras besarlas. 
También hubo juego de recoger el hueso, castigando si tardaba demasiado en traerlo, probé inicialmente con un hueso de goma. Y luego con el antifaz puesto, le hacía buscar el vibrador encendido para que pudiera oírlo y buscarlo a ciegas. 
También aproveché que el apartamento tenía varios espejos, para situar a la perra frente a su imagen para que se viera en determinadas circunstancias más o menos bochornosas. Creo que para empezar estuvo bien, reconozco que toda esta parte debo trabajarla más, pero me da mucho corte, maldita sea... 

En cuanto a artilugios y accesorios, aparte de los succionadores antes mencionados, use una de mis capuchas, el antifaz ciego, y las mordazas de anillo y de bola. Todo maravilloso, la máscara le venía un poco grande, pero al colocarle el antifaz, y el collar, con tanta correa, todo quedaba muy bonito. 
Aproveché la seguridad que da la capucha, para abofetear un poco la cara, es algo que me gusta mucho, pero que aún no consigo hacer con soltura. Me resulta demasiado cercano a otro tipo de comportamientos violentos que no comparto, ¡ains! cuántos tabúes por derribar todavía. 
También usé las correas de cuero para atarle los codos a la espalda, buscando como siempre nuevas formas de inmovilizar y putear. 
Hubo poca baba, cosa que me extrañó, no fue hasta al final, a posteriori, que me reconoció que tenía la boca seca, hay que beber más!

Taylor Mae
De ésta peli saqué la idea allá por el 2008
Y por último destacaría un poco de juego de asfixia que me atreví a rozar. Tengo desde hace tiempo una tira de látex elástica, de las que se usan para hacer diferentes ejercicios. Cosas de esas de deportistas y tal. Pues bien, a raíz de un vídeo que vi hace años, descubrí una utilidad inusitada de tan extraño complemento. Si la usas para envolver la cara, tapando boca y nariz, apretando con ganas, corta el suministro de aire a la víctima. Me resulta una técnica efectiva, a la par que poco arriesgada, pues es muy sencillo de quitar y poner para dejar pasar el aire de nuevo. Jugué con eso varias veces, unas veces prolongaba la duración esperando que necesitara respirar, otras veces, esperaba a que exhalara para ponerle la tira sobre la nariz, en fin, un juego maligno, que reconozco me excitó bastante. 

Y por supuesto hubo mamadas, una perra que no mame no es una perra, probó con mordaza de anillo, sin mordaza, sin manos, con manos, todo bien, ninguna queja, salvo no tener el vigor de hace años, jeje... 
¿Y ella? os preguntaréis. A quién le importa, diría otra persona. Yo no, yo soy cumplidor, desde casi el minuto uno ella estaba mojada, cada poco verificaba que sus partes estuviesen bien empapadas, lo cual asumo generalmente como señal de que todo va bien. Aproveché que se trajo sus propios vibradores, para descartar los míos, ya un poco anclados en los 80. Jugué a denegarle el orgasmo alguna vez, porque algo de malvado tengo, pero bueno, al final un par de veces tuvo permiso para correrse, por lo que puedo decir que el cómputo final fue equitativo (yo me corrí dos veces también).   
Pues más o menos eso es todo, lamento no haber contado la sesión en orden pero he preferido resumir las sensaciones y las experiencias, que es al final lo que uno realmente conserva en su mente. 
Como siempre, nos leemos en una próxima entrada. 

Salidos!