martes, mayo 07, 2019

Dos seguidas

Una vez más quedamos en Madrid, solo que esta vez serían dos días seguidos. Dos sesiones. Esto me dio que pensar, normalmente después de una sesión acabo exhausto física y mentalmente, me quedo tan satisfecho que no necesito BDSM durante un tiempo. Luego es cierto que la bestia vuelve. Por eso tener dos sesiones seguidas, con sólo un día entre ellas, me causaba incertidumbre y/o curiosidad.

Momificaciones!!
El primer día fue bien, muy bien, voy cogiendo confianza, con ella y conmigo mismo. Hicimos momificaciones, jugamos un poco con la asfixia, me ensañe con sus tetas, y usé cuerdas, muchas. 
Incluso, hicimos un breve cambio de roles, del que hablaré en otro momento.
La sensación fue buena, como siempre.

El segundo día, iba con las ideas más claras, hubo cosas que me quedé con ganas de probar el primer día y aproveché la cercanía en el tiempo para hacerlo. Fue una sesión más rodada, más fluida.

Pero bueno, entremos en más detalle que a fin de cuentas es lo que habéis venido a leer. No expondré todas y cada una de las cosas que hicimos, pues han pasado muchas semanas. Solo los detalles que destacaron por encima de otros en mi percepción.
Empecemos por los succionadores, volví a emplearlos, como la otra vez, me resultaron unas herramientas tremendamente sencillas y estimulantes, solo que esta vez venían con un pequeño extra, venían unidas a unos electrodos para añadir descargas eléctricas. Empecé poco a poco, y ella parecía disfrutarlo, hasta que por desconocimiento del aparato, sin querer (en serio) le di una descarga de intensidad muy alta. El brinco que pegó, junto con un grito y un "no, no, no" que salieron de sus labios, me dieron un buen susto. Eso si, llamadme maligno, pero una vez pasado todo, me han entrado ganas de volver a probar, y juguetear con ese nivel, solo hay que atarla más fuerte, y amordazarla bien.

Además de la descarga, el succionador hizo su trabajo, incluso en un momento dado, una pequeña gota blanquecina asomaba en uno de sus sufridos pezones, cosa que me excitó sobremanera, a la vez que una vez más me sirvió a modo de señal que era momento de bajar la intensidad. Si, lo soy, soy un poco asustadizo, pero ¡¡es que quiero que me dure el juguete!!
La verdad es que es una chica muy dura, poco la he visto reaccionar a mis castigos, aparte de por su humedad en la entrepierna. Por eso creo que ese respingo inesperado, me tomó por sorpresa.

Nunca subestimes una buena silla.
También pude practicar algo que parecería sencillo, pero que realmente por unas cosas u otras nunca hice como es debido, que es usar una silla para atar firmemente a la sumisa. Si, la estructura de una silla suele ser ideal para fijar estrictamente a una persona en ella. Cuanto más robusta sea la silla, mejor todo. Aproveché la situación para hacer cumplir algún castigo pendiente de las últimas instrucciones. y la verdad es que su efectividad fue manifiesta, pude azotar a placer y sin molestos movimientos las tetas de mi sufrida perra, pellizcar, morder, aplicar vibrador, y más cosas que no llego a recordar ya. Así que ya sabéis, pon una silla en tu vida, será una vida más feliz.

Otra cosa digna de recordar fue la asfixia, un par de días antes de quedar, compré el típico gorro de natación de esos impermeables, no se si de goma, o látex, pero vamos, os hacéis una idea. Pues con eso empecé a jugar con maldad, colocándoselo en la cara, alternando azotes, contando en voz alta (niños, no hagáis esto en casa). Es un principio, un principio muy leve, porque realmente no llegue a notar ese momento de desesperación por falta de aire que busco.

Como he dicho es dura, una de las cosas que más me ponen es observar las reacciones de dolor, ver a la sumisa retorcerse, intentar inútilmente apartarse de la fuente del dolor, oír sus gritos apagados tras la mordaza y la máscara. Ese es mi secreto, no es infligir dolor en si, es observar la reacción que éste produce. 

También probamos de manera más intensa la momificación, unida a privación sensorial. Con el típico rollo de papel film transparente de cocina, que parece poca cosa, pero bien usado inmoviliza bastante bien. La enrollé desde los hombros hasta los muslos, aprovechando para colocar el vibrador justo entre las piernas bien fijo. También usé el film alrededor de la cabeza, primero el transparente, y luego cinta negra para darle firmeza y apariencia, dejando, lógicamente, la nariz libre, para respirar o pinzarla a placer. En resumen, quedó un paquete muy resultón.

Y por último, antes de terminar, una mención especial, a un regalo que nos hizo nuestra bienamada Arwen (¿cómo que no sabes quién es?), que tiene unas manitas que ya las quisiera yo. No se muy bien como nombrarlo, ¿unas presas para las tetas? dos maderas que por medio de un par de roscas van poco a poco cerrando y apretando, cada vuelta, un poco más y más, y más... Un ingenio diabolicamente ingenioso. Además viene con una argolla a la que puedes enganchar una cadena y tirar o colocar pesos, o maldades similares...

Bueno, siento haber tardado tanto en escribir, y siento no ser más explícito, pero soy un hombre ocupado. De todas formas, mi sumisa, mucho más disciplinada que yo, tiene su propio diario para que sepáis de sus avances de primera mano.

Nos leemos, un salido!