lunes, septiembre 24, 2018

Volvemos a lo grande


Hace tiempo que no escribo, mucho, por lo que estoy algo oxidado, no se ni por dónde empezar... ¿hace 4500 millones de años todo era una gran bola de fuego... no?...a ver, podría extenderme explicando que ha pasado en estos últimos años, pero sería un rollo nada interesante así que entremos en materia directamente...



Año 2018, domingo, pasadas las 4 de la tarde, hacía demasiado calor para ser Septiembre. Llegué demasiado pronto, soy previsor, y no quería llegar tarde, así que me tocaba esperar. Decidí dar un paseo mientras hacía tiempo, el barrio estaba tranquilo, yo no.

Conozco a esta sumisa desde hace varios meses, hemos hablado mucho, y hemos quedado alguna vez que otra a tomar un café. Hemos llegado a ser buenos amigos, eso quizás es lo que más nervioso me tenía. Ella no tenía mucha experiencia, y había acudido a mi en busca de la misma. Como si yo fuera algún tipo de gurú del BDSM o algo así, cuando en realidad me considero más un aficionado, pero bueno, lo que si tengo claro, es que doy de confianza, soy buena gente y tengo mis luces, que visto lo visto por ahí, no está nada mal.

A los pocos minutos recibí la esperada llamada, ya estaba aquí. Fuera nervios, toca parecer sereno. Había aparcado y se encaminaba al hotel, yo estaba cerca. Llevábamos poco planeando este encuentro, una semana, quizás dos, pero la espera había sido larga. Por fin nos encontramos y la abracé, dicen que un abrazo transmite confianza y tranquilidad, así que me mantuve un rato así. Nos dimos un primer beso, tímido, no llegó a ser en la boca, ni en la mejilla, algo raro, a medio camino. Negué con la cabeza, así no, y le di otro, esta vez en los labios, mucho mejor. Me confesó que estaba nerviosa, y me pidió fumar un cigarrillo, sabe que no me gusta pero pidió permiso, no es mal principio. Fuimos a mi coche a coger el material, y luego ya nos encaminamos al hotel.

El sitio, reconozcámoslo, parecía un puticlub... bueno, o la idea que tiene uno de un puticlub, porque realmente nunca he estado en uno. Luces tenues, sonidos atenuados por la moqueta que cubría todas las superficies. En fin, la cosa es que un chico muy amable nos dio las llaves y unas botellitas de agua y al lío.


La habitación estaba muy bien, limpia, con espacio, la única pega es la luz, muy tenue, demasiado, y a mi me gusta ver bien, que manía. Pero bueno, realmente hice pocas fotos, así que no me importó demasiado.

Ella entró en el baño a cambiarse, estaba muy vergonzosa, yo también, aunque todo el rato hacía por ver que no. Cuando salió llevaba el conjunto que se había comprado para la ocasión, una especie de traje de redecilla, muy sexy, botas por encima de la rodilla.

Le mostré el collar, y le di el discurso que llevaba más o menos preparado...
- Cuando te ponga este collar, harás todo cuanto te diga, por ser esta nuestra primera vez, seré muy cuidadoso, y estaré pendiente de tus reacciones, si noto algo raro, te preguntaré y quiero que seas franca. No creo que hoy haga falta, pero por si acaso, la palabra de seguridad será "rojo" y si no pudieras hablar, mueve la mano muy rápido palmeando para que yo pare.
-¿estás preparada?
Cuando asintió, le pedí que se recogiera el pelo en una coleta, y le coloqué el collar. La perra tiene un cuello muy fino, y el collar le quedaba un poco grande... tendré que buscar algo más ajustado...

Ahí terminó todo lo que tenía preparado, comencé a improvisar. Como otras veces entré en un estado de trance que hace que todo esté confuso en mi cabeza, por lo que no recuerdo bien el orden de las cosas. Le hice un arnés con cuerdas alrededor del pecho, realzando sus tetas, le até los codos a la espalda y las muñecas por delante, dejando su trasero bien expuesto. Mordí y pellizqué los pezones con ganas. Azoté su culo, primero con la fusta y luego, atención a esto, con una flecha, un instrumento regalo de otro Amo que conozco y al que agradezco infinito el descubrimiento.
La fusta no dolía demasiado, y hacía un montón de ruido, un 6 sobre 10, según ella misma reconoció. Sin embargo la flecha, la hacía retorcerse, con la mitad de esfuerzo, y eso me gustó más.

Jugamos al juego de recoger el hueso, y contar. Cada segundo, un azote. Al principio con las manos libres y los codos atados. Fui amable, y contaba segundos lentos, en ningún momento pasé de 8... ains, si es que soy un buenazo. Luego para mayor emoción, lo mismo, pero con las manos atadas a la espalda. Me encantó verla tirarse al suelo a recoger el hueso con la boca.
El vestidito sexy de redecilla estorbaba, pues atenuaba los golpes, e impedía un acceso rápido a zonas íntimas, no creo que le deje llevarlo más.
Recuerdo que en algún momento le puse el antifaz y la mordaza de bola, y amigos, que maravilla, ella me dijo algunas cosas que no entendí, y la saliva empezaba a acumularse en sus labios, un sueño hecho realidad, y no sería el primero...
Por aquí no podía más y me saqué la polla de los pantalones. Jugué con ella un poco, se la restregué por la cara, se la acercaba a los labios, al llevar el antifaz, no se lo esperaba, la escena me encantaba.
Insisto, los recuerdos son fugaces, y algo confusos. Se que acabamos en el suelo, en una zona de la sala que tenía una colchoneta. Usé mis dedos y mi lengua para que ella llegara a un orgasmo. Aproveché para probar suavemente la flecha sobre sus tetas. Ah y casi se me olvidaba, también le coloqué pinzas en sus pezones, algo que durante la instrucción no había podido hacer porque, según decía, le dolía demasiado.
La cosa siguió, le cambié la mordaza de bola por una de anillo. Era un producto nuevo, que nunca tuve ocasión de probar con anterioridad y bufff, maravilloso, noté que ella lo pasaba mal, no le gustaba la sensación de no controlar su propia saliva, pero bueno, hemos venido a sufrir. Obviamente aproveché ese agujero tan idóneo, introduje mis dedos, y mi miembro, alternativamente, su saliva rebosaba por todas partes, todo eso acompañado de sonoras arcadas, que decir, una maravilla para mis sentidos.
Al final me pidió que le desatara las manos para poder hacerme una mamada mejor y yo que soy un blando accedí, tenéis que entenderlo, era la primera vez, hay que ser un poco condescendiente.
Me tumbé en la cama y la dejé hacer hasta que me corrí, bastante (me dio un pequeño tirón en el muslo...)

A partir de aquí la cosa decayó un poco, lo que me hizo pensar que debía llevar un guión más elaborado con juegos, y posturas a probar. El resto del tiempo que nos quedaba hasta la hora de dejar la habitación lo pasamos de charla desenfadada, haciendo diversas pruebas con las cuerdas. Le hice un frogtie para que pasease a mis pies sobre sus rodillas y codos un rato, situación humillante y dolorosa para ella, habrá que repetirla. Algo que me frustró ligeramente es que Intenté sin éxito atarle las tetas, pero nada, las tiene demasiado duras, no pude. Pero no desistiré, encontraré la manera, ya lo veréis, ya lo verás...

Finalmente recogimos, y dejamos el hotel, felices y despeinados. Nos tomamos una coca cola en un bar cercano y seguimos charlando sobre lo divino y lo humano un ratillo más, antes de despedirnos con un beso hasta la próxima...que la habrá, y será mejor...

PD: Se me han quedado algunas cosas que no debo olvidar para la próxima vez:
 - ¿Las máscaras? se quedaron en la bolsa... de la próxima no pasa...
 - Los vibradores, hay que sacarlos y darles juego.
 - Llevar una lista de juegos y perrerías varias, nada de quedarse en blanco otra vez.
 - El vestidito era muy sexy, pero al final estorba.
 - Fotos, vídeos, más de esto. Siempre se  me olvida, será que estoy en otras cosas...

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